26 de agosto Swidnica

Nos acercamos a ver también la iglesia de la Paz
de la Santísima Trinidad, para el culto protestante y singularmente toda ella
de madera. Nos enteramos que tras el Tratado de Westfalia, que puso fin a la
Guerra de los treinta años, se permitieron sólo tres iglesia para el culto
protestante, pero con la particularidad de no usar ni ladrillos ni clavos. Así
surge esta iglesia en 1652, de hermosa decoración interior con pinturas sobre
el tablazón. Rodeada por un pequeño cementerio con tumbas semidestruidas y
escenario ideal para alguna película de Drácula…
En la plaza del ayuntamiento destacan las
fachadas de colores suaves de casas del siglo XVI y posterior.
Excelente cerveza en alguna terraza al aire libre
y a conversar sobre el ya deseado regreso.
Para la noche nos tienen reservado una fiesta de
despedida al estilo campesino polaco. Nos llevan en un peculiar autobús del
transporte escolar, con mantitas en los asientos que nos da idea del frío que
debe haber aquí durante el invierno. Llegamos a un prado junto algún pueblo,
que ni sabemos cual es, donde una gran hoguera está ya encendida. Nos dan unas
lagas ramas puntiaguadas y salchichas para que vayamos acercando a las llamas.
Cervezas y aldeanos con los que no nos podemos comunicar debido al idioma y así
entre resplandor del fuego y algún baile y canto folklórico de los de allí,
pasamos nuestra última noche en estas lejanas tierras.
Ya soñamos con el regreso y con los más de 3000
km que nos separan de casa y varios días de autobús.
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