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jueves, 23 de agosto de 2012

Día de Playa en Doñana


 19 de agosto de 2012.

Después de bastante tiempo vamos a reencontrarnos una vez más con Doñana, al menos, con sus playas. Atravesamos con la barcaza (6 €, por persona) la poca anchura en la desembocadura en Bajo de Guía y nos plantamos en “la otra banda”. Marea baja que deja una amplia zona intermareal de arenas compactas en la parte más interna y próxima a la línea de marea en ese momento, que nos evita el “malandar” con sus arenas más blandas y dificultosa para el transitar. Caminamos así, precisamente hacia Malandar, dejando los restos de antiguos bunkers construidos en los años 40, como defensas ante  el temor a un  desembarco aliado. Como restos, son también testigos de los cambios producidos en estas costas formadas por una flecha arenosa que se desplaza en dirección a la desembocadura y que sigue creciendo, pero con acreciones y retrocesos de la línea de marea a la altura de los antiguos fortines, hoy batidos por el mar en la pleamar pero antaño mucho más al interior y fuera de la zona intermareal.
Los pinos del Pinar del Faro nos acompañan hasta la misma playa para luego tras la punta ir alejándose al dejar una zona de incipientes dunas que avanzan hasta ellos “acorralándolos”. En esas dunas nacientes encontramos el barrón (Amophila arenaria), como casi única vegetación, que luego va siendo acompañada de enebros marítimos que se están recuperando bastante bien.
Caminamos hasta tener enfrente La Jara, en la costa sanluqueña, por una amplia playa, casi solitaria, con pequeñas lagunas dejadas por la bajamar (“Golas”, se denominan aquí a las pequeñas lenguas de arenas causante de estas lagunas, al mantener atrapadas las aguas en las bajadas de la marea). Aquí pasaremos el día, protegiéndonos del fuerte sol con las imprescindibles sombrillas.
 Primeros baños en estas aguas, tan próximas pero a la vez tan distintas a la de Sanlúcar. Aguas a una agradable temperatura que nos tiene acostumbrado y hace que sintamos como frías las de otra cualquier playa. Notamos una fuerte corriente en dirección NW, hacia Matalascañas y la salida del estuario, tal como corresponde a una situación de bajamar. Y luego un largo paseo por esta amplia playa hacia El Inglesillo, otro antiguo cuartel de carabineros ya abandonado. La playa desierta, las rizaduras de sus arenas (ripple marks), las huellas de la rompiente formando pequeñas oquedades en tan blando substrato y la sensación de soledad e inmersión en una naturaleza virgen, contrastan sobre manera con respecto a la otra orilla, con las construcciones de Sanlúcar y las urbanizaciones dispersas de La Jara hasta Chipiona. El faro de ésta marca el  último punto que es visible de la otra costa.
Sentimos el reencontrarnos con Doñana, con su belleza y sus contrastes. Bandadas de gaviotas y otros limícolas, entre ellos los ostreros, ocupan la fina franja donde rompe el pequeño oleaje. Las espumas blancas, señalan la barra y el roquedo que queda casi en superficie, velando solamente en las mayores bajamares. Caminamos y caminamos, apreciando el contraste de los colores, de un mar apenas azul, los penachos blancos de espumas, los restos de un naufragio, el ocre de las arenas mojadas, el claro, casi blanco, de a donde apenas llega el mar, el resplandor de las incipientes dunas, el verdor de los bosquecillos de enebros sobre ellas y nada más que el sonido del viento, de la suave brisa que nos refresca, o del murmullo del mar. Y el olor a mar mezclado con la fragancia de los pinos que a veces nos llega.
Podríamos seguir así, caminando hasta encontrarnos bruscamente con la urbanización de Matalascañas, 20 km más allá, y el fin de este remanso de paz y naturaleza. Pero volvemos para disfrutar otra vez de un largo baño reparador y comprobar que ha comenzado la subida de la marea y que la fuerte corriente, ahora, nos arrastra casi, hacía el río.
 Y así, hasta que ya con un sol bastante bajo, la barcaza nos devuelve a Bajo de Guía y a la obra de los hombres.
Dos mundos con sus contrastes, apenas separados por unos cientos de metros.

martes, 14 de agosto de 2012

Viaje a Polonia por medio Europa en el 2000

Viaje a Polonia

Organizado como un intercambio entre comunidades rurales de la Sierra de Cádiz y de la Baja Silesia en Polonia, en concreto con la “comunidad“ (Gmina) de Strzegom. Recorrido de 15 días y más de 3500 km en autobús, con visitas a Venecia, Viena , Wroclaw (Breslavia), Cracovia y Praga.



14_15 de agosto EL Gastor_Setenil. La Partida.

En El Gastor tomamos el autobús que habrá de completarse con el resto de los participantes en Setenil, para ya durante la madrugada del 15, dirigirnos hacía Antequera para conectar con la A 92 que nos lleve en dirección a Murcia y tomar la Autovía del Mediterraneo camino de la frontera francesa.
El grupo lo formamos unas 40 personas de las poblaciones mencionadas y algunas más de otras localidades de la provincia de Cádiz. Natural alegría preocupación del comienzo de cualquier viaje, más en éste por su distancia y duración. Consabidas despedidas y un no muy nuevo autobús toma las sinuosas carreteras de estas sierras, que hasta llegar a la altura de Antequera no nos deparará un más plácido viaje que nos  permita dormir algo. 


Alguna parada al entrar en la provincia de Murcia para tomar algún café que aleje definitivamente un sueño que no nos llega y en la amanecida comenzar a contemplar retazos de un Mediterraneo que despierta. Hasta llegar a un área de servicio de la A7 , a la altura de Valencia, no tenemos la primera parada para desayunar y estirar un poco los pies y empezar a darnos cuenta de la dureza del viaje en autobús durante tantos días y kilómetros. Pero la emoción del viaje todo lo puede…. La siguiente parada, pasadas ya las primeras horas de la tarde, es en él área de la Junquera. Tras el almuerzo y una hora de descanso, admiramos la facilidad con la que atravesamos Tras el almuerzo y una hora de descanso, admiramos la facilidad con la que atravesamos el antiguo puesto fronterizo, hoy más testimonial que cualquier cosa, y vemos ondear la bandera francesa en Le Perthus. Las indicaciones en la autopista, nos hacen soñar con Persignan, Montpellier, Nimes, Marsella : la Costa Azul francesa. Otra parada en una de sus magníficas áreas de descanso perfectamente adaptadas para caravanas y con sombra y verdor suficiente, que contrasta con las que hemos dejado atrás en España; nos hace gastar nuestros primeros francos, cambiados en la Junquera y comprobar la subida de precios con respecto a los españoles.
Pasada la media noche entramos en tierras italianas, carreteras que atraviesan prolongados túneles y un mar que avistamos a trechos, salpicado de innumerables luces a lo lejos, en lo que creemos debe ser Génova.
Dejando Milán, nos acercamos a Venecia, a la que llegamos con las primeras luces de este ya 16 de agosto. Llevamos ya más de 30 horas de autobús.


lunes, 13 de agosto de 2012


16 de agosto. Venecia.

Lo primero, buscar servicios donde asearnos un poco y reponernos de estas noches de mal sueño y autobús.
En la gran explanada donde son aparcados los autobuses no faltan estos servicios. Aquí mismo se toma el vaporetto que nos conducirá navegando por la laguna hasta la serenísima ciudad. Este lleva incluido para turistas una visita primero a la isla de Murano y a una de sus fábricas de soplado de vidrio. Rutinaria exhibición e intento de venta de productos elaborados con su famoso cristal.


Aquí ya nos comienza a sorprender la singularidad de esta ciudad-isla recorrida por canales: hasta la recogida de basuras han de llevarse a cabo por embarcaciones adaptadas al efecto.  Plácida navegación por la laguna, intenso tráfico, y los campaniles de las distintas islas marcando nuestro horizonte. El vaporetto nos desembarca en las proximidades de la Plaza de San Marcos, y aún a pesar de las tempranas horas, no son más de las 8, ya los grupos de turistas como nosotros se desparraman por toda la monumental ciudad. Marea humana ansiosa de contemplar por sus propios ojos lo ya visto en innumerables fotos y documentales. La belleza y la singularidad de estos canales, de sus palacios, de sus decrépitas edificaciones, no nos pueden dejar indiferentes, a pesar del húmedo calor que ya comenzamos a sufrir y a la riada humana que todo lo ocupa.

 La Plaza de San Marcos abierta al gran canal, con el Palacio Ducale flanqueándola y maravillándonos con sus arquerías góticas. Las dos columnas con los símbolos de la ciudad: el león alado de San Marcos y S. Teodoro rematando al dragón_diablo. La Piazzetta con el Campanile exento de la Basílica y la Basílica de San Marcos, con su estilo bizantino del S. XI y sus dorados mosaicos , presidiendo la gran plaza, la más famosa de las plazas. Nos dejamos perder por las callejuelas adyacentes, cruzando pequeños puentes sobre los canales, contemplando el pausado remar de las góndolas, sintiendo el frescor de sus sombras, el verdor de sus aguas, el golpe de color de algunos geranios en sus pequeños balcones, cuando no el de las propias ropas tendidas al sol. Salimos así al Gran Canal, bullicioso de nuevo, nevegado por multitud de todo tipo de embarcaciones, cruzado por grandes puentes como el de Rialto. 
 Nos sentamos en las terrazas de la plaza de San Marcos y pagamos un precio desorbitado en liras por una botella de agua o por una cerveza (1600 ptas al cambio del momento), pero como consuelo, el marco que nos rodea, la orquesta que interpreta blues, el paso de tantas personas de países y razas tan distintas, …lo merecen.


Se acerca la hora de comer algo, y que mejor, además de por el precio, que hacerlo en una pizzería junto al gran canal. Pizza auténtica italiana .
Y era inevitable el paseo en góndola a pesar de lo que nos cuesta un paseo de poco menos de una hora. A lo mejor es porque hemos elegido una muy señorial, ricamente decorada con dorados adornos y asientos terciopelados en rojo. La góndola se desliza suavemente sobre estas aguas sabiamente llevada por la maestría del remero, que maniobra entre estrechos canales y sorteando a las otras numerosas embarcaciones. Navegamos bajo puentes y el gondolero hasta nos obsequia con una canción. Quintaesencia de romanticismo, de plácida conversación, de belleza que embotan nuestros sentidos. Volvemos al gran canal, pasamos ahora bajo el Rialto y obtenemos una visión de la ciudad totalmente nueva…
Con nuestras liras, ya prácticamente agotadas, regresamos al punto de embarque del vaporetto que nos llevará de nuevo a tierra firme. Adiós Venecia. ¿Volveremos a ella en otra ocasión?









De nuevo al autobús para tomar dirección a Austria por la E55. Los Alpes Dolomitas aún son capaces de impresionarnos a pesar de todo lo contemplado y vivido hoy. Escarpadas montañas de más de 3000 m que la erosión a lo largo de millares de años ha ido transformando en torres, grietas, agujas o angostas sendas en la roca, con los residuos de esta lenta corrosión, acumulados a los pies de las paredes, formando los característicos canchales (ghiaioni, en italiano).
Acercándonos a la frontera austriaca casi a media noche, en un paisaje de alta montaña característico de estaciones de esquí, hacemos parada en Tarvisio, donde nos vamos a alojar para pasar la noche. Dado que evidentemente estamos en temporada baja, el hotelito que encontramos es económico. Nos permitirá una ducha reparadora, dormir en una cama después de dos noches de autobús y proseguir mañana recuperados hasta Viena.

domingo, 12 de agosto de 2012


17 de agosto. Viena

Salimos temprano y después del reconfortante desayuno que el alojamiento llevaba incluido, pasamos la frontera con Austria y un paisaje cada vez más verde y alpino nos va acompañando. Parada en Klagenfurt, con bosques de abetos que bajan hasta la carretera y continuación de la ruta dejando al lado Graf y maravillándonos con los bucólicos prados con orondas vacas lecheras pastando y cabañas y casitas de maderas que no pueden menos que retrotraernos a nuestros cuentos infantiles.



Pasado ya el medio día entramos en Viena, con algunas horas de retraso según lo previsto. Así que poco tiempo tendremos para estar en esta imperial capital. Amplias avenidas, hermosos parques, soberbios edificios… Nos apeamos lo más cerca posible de su centro histórico. El edificio de la ópera nos servirá como referencia, de allí nos apresuramos a aprovechar lo mejor posible el escaso tiempo para la visita y nos dirigimos hacia su imponente catedral de San Estanislao, por hermosas calles peatonales y con numerosos músicos callejeros deleitándonos con sus violines, por algo es una de las grandes capitales musicales del mundo.

La Catedral de San Estanislao (o San Esteban), gótica del S XIII, con  su pronunciado tejado de color , su crucerío impresionante, el gótico negro (debido a un incendio), sus coloridas vidrieras, la riqueza de sus retablos…

Probamos , como no podía ser menos, sus grandes salchichas, en nada parecidas a las que tomamos aquí, y poco más nos queda que volver a coger el autobús. Unas pocas horas en una ciudad que merecería días….
Desde el autobús nos tenemos que conformar con ver el Danubio, que atravesamos por algunos de sus puentes para dirigirnos hacia Eslovaquia. Aquí si una frontera en toda regla, con necesidad de mostrar el pasaporte a los agentes que suben al autobús.  Pequeñas casitas de campo coronan la carretera y se aprecia ya un considerable menor nivel de vida que la rica Austria que dejamos atrás. Poco estamos en tierras eslovacas, lo justo para pasar a la vecina Chequía y desde aquí con las primeras luces de la noche dirigirnos hacia Wroclaw ya en Polonia. La noche y el cansancio acumulado nos hace interminable dicho trayecto al igual que a los propios conductores que se despintan por las carreteras secundarias por las que vamos e incluso no adentramos por lo que deben ser unas pistas forestales de un bosque que a estas horas nos parece lúgubre y tenebroso. Si no llega a ser porque vienen a por nosotros y nos guían difícilmente hubiéramos llegado a nuestro destino en Strzegom.
Descubrimos que nuestro alojamiento allí va a ser en un convento, sin habitaciones individuales y sí en pabellones comunes de más de diez personas. Son más de las 2 de la madrugada, ya del día 18. Nos alojamos como podemos, aunque con un profundo malestar por el tipo de alojamiento que desconocíamos con anterioridad. No obstante el cansancio acumulado nos hace caer en un rápido sueño.

sábado, 11 de agosto de 2012


18 de agosto.  Strzegom (Polonia)

Rápido, pero a la vez breve sueño ya que por la longitud a que se encuentra Strzagom (16º 20’ E), amanece unas cuantas horas antes que en España, y como además la costumbre centroeuropea de no usar persianas o cortinas, hace que toda la luz penetre a raudales por sus ventanales, pronto nos despertamos. Desorientado y dudando de la hora que nos indica nuestro reloj.
Decidimos darnos una vuelta por los alrededores y familiarizarnos con la población que va a ser base de nuestro alojamiento aquí. Desde luego no se nos olvida que el alojamiento no es como esperábamos y que son muchos días lo que tendremos que pasar aquí, incluso nos planteamos la posibilidad de adelantar el regreso por nuestra parte.
 Paseamos por una población con poca actividad, debido a la hora, y donde por supuesto no encontramos nada parecido a un sitio para desayunar.  La iglesia catedral atrae rápidamente nuestra atención con sus llamativos ladrillos rojos y su altura. Es el punto indiscutible de referencia que tendremos para movernos por aquí.
 
Nos enteramos que Strzegom es una ciudad en el Condado de Świdnica, Voivodato de Baja Silesia, en Polonia. Es la sede del distrito administrativo (gmina) llamado Gmina Strzegom. Se encuentra aproximadamente a 15 kilómetros al noroeste de Świdnica y 52 kilómetros al oeste de la capital regional de Wrocław. La ciudad tenía una población de 16.782 habitantes y hay vestigios de asentamiento desde la época del  Imperio Romano. En la edad media fue un asentamiento fortificado donde comenzó la construcción de la iglesia parroquial de San Pedro y San Pablo, desde 1203 bajo el patrocinio de la orden de San Juan. Strzegom compartió la suerte política de Silesia y pasó del dominio polaco a  la Bohemia Imperial y en 1526 a soberanía de los Habsburgo austriacos.En 1742 Striegau (nombre en alemán) se convirtió en parte de Prusia. En el siglo XIX experimenta una considerable expansión industrial principalmente por sus canteras de granito y la manufactura de éstos. Durante la segunda guerra mundial, la Alemania Nazi utilizó un área cerca de la ciudad como un subcampo del cercano campo de concentración de Gross-Rosen. Como resultado de la Conferencia de Potsdam en 1945, Striegau se convirtió en una parte de Polonia, y sus habitantes alemanes fueron expulsados. La ciudad fue renombrada Strzegom por la República Popular de Polonia.

Después de saber todo esto, y de que la guía y traductora nos llevara a desayunar y a enseñarnos los alrededores de la población  y conocer el programa de visitas a Wroclaw, Cracovia  o Praga, nos sube el ánimo y nos disponemos a poner “buena cara” y adaptarnos lo mejor posible a las circunstancias. El grupo de jóvenes acompañantes con los que compartimos dormitorio común nos lo ponen más fácil dada su familiaridad.

Hacemos los primeros cambios de monedas. Obtenemos zloty (1 peseta 0,02 zloty), conocemos el mercado y donde comprar lo más necesario y hasta la piscina de la ciudad, que no nos parece con aguas muy limpias, por lo que desistimos del baño.
Han adaptado los horarios de comida lo más posible a los españoles así que almorzamos a primeras horas de la tarde, lo que más nos llama la atención es el uso que hacen del puré de patatas que acompaña casi todos los platos, la magnífica presentación de éstos y la casi ausencia de pescado en la dieta en los días que estamos allí. Buenas carnes de vacunos, eso sí.

Tarde de siesta, de cerveza polaca en los pub y un anochecer temprano para los de esta época veraniega en España.

Nos encontramos a 50º 53’ de latitud n y 16º 20’ de longitud E, tanto la latitud más alta a la hayamos estados hasta entonces y la longitud más al este.

viernes, 10 de agosto de 2012


19 de agosto  Wroclaw.

Hoy salimos temprano, después de desayunar, para visitar Wroclaw ,o Breslavia en español,  la capital de la Baja Silesia situada junto al río Oder. Con una población de 632.146 personas es la principal ciudad de la región, además de ser la sede administrativa del Voivodato de Baja Silesia. Llegó a formar parte del reino de Bohemia y por tanto del Sacro Imperio Romano Germánico, como posesión de la casa de Austria y de los Habsburgos. Y como Strzegom pasó por ser posesión polaca, prusiana, alemana…dentro de la convulsa historia de Europa de los últimos siglos.

Sobre el Oder
 En poco menos de una hora, el autobús nos deja en el centro de la ciudad. Contrasta el tráfico y el movimiento propio de una ciudad de más de medio millón de habitantes con la tranquilidad provinciana de Strzegom. Nuestra primera visita es al Museo Local, donde. Nuestra primera visita es al Museo Local, donde podemos hacernos una idea de su  convulsa historia. Destaca el Panorama Reclawicka, inmenso cuadro circular de 120 x 15 m, con destacados elementos realistas, conmemorando el triunfo sobre los rusos en 1794 y verdadero orgullo nacional.
 
Por amplias y arboladas avenidas llegamos a la plaza central, donde destacan sus edificios con fachadas de variados colores (verdes, rosas amarillos) y hermosos tejados a dos aguas y de pronunciada inclinación. Destaca el edificio del Ayuntamiento con su imponente reloj astronómico y los pináculos y torres piramidales y cónicas de los edificios cubiertos de planchas de cobres que le dan su característico color verdoso.

 

Cervecería típica en Wroclaw
No podemos dejar de entrar en una cervecería y probar una de las bebidas, junto al vodka, más populares y genuinas de los polacos. Cervezas en grandes jarras de 0,5 l  y con grandes variedades de tipos.
Hasta un concierto de Plácido Domingo se encuentra programado en esta plaza…


Recorremos sus calles peatonales, visitamos su mercado con productos tan distintos a los nuestros, nos asomamos al río Oder y lo atravesamos por uno de sus puentes que nos lleva a la parte más antigua de  la ciudad, donde sobresale su monumental catedral, que quedó parcialmente destruida por una bomba de la 2ª Guerra Mundial. Sobrecoge su silencio y la semipenumbra de su interior solamente iluminadas por velas o por las luces que filtran sus grandes vidrieras.
Ya abandonando Wroclaw nos encontramos con cementerios de la 2ª Guerra Mundial y hasta conmemorando la liberación de la ciudad por el Ejercito Rojo, con antiguos tanques sobre pedestales como monumentos.
Volvemos a Strzegom…

jueves, 9 de agosto de 2012


20 de agosto.    Strzegom

Strzegom y sus alrededores


Hoy nos vamos a quedar en la localidad y vamos aprovecharlo para visitar sus alrededores. A pocos kilómetros encontramos unas antiguas canteras de granito  que se han transformado en lagunas de un agua muy negra. Desde allí nos internamos por un hermoso y frondoso bosque de abedules, tilos, algunos abetos, servales de cazadores, etc. Bosque centroeuropeo en plena floración, con predominio de una agradable sombra y un verdor extremo.  Recorriendo sus senderos subimos a un pequeño montículo rocoso coronado por un gran crucificado y rodeado de un mirador desde el que tenemos una magnífica perspectiva no sólo de Strzegom  sino de toda la comarca, dado lo llano del terreno de alrededores. 
Vista panorámica desde la colina

 Bajando de él, y antes de llegar de nuevo al pueblo, nos encontramos con una serie de huertos familiares, con lo que la población seguro ayuda a su economía familiar. Nos deleitamos también con los hermosos y grandes árboles de sus calles y jardines: servales, plátanos de sombra, castaños de Indía, arces, tilos,…

En algunos parques aun  se conservan los refugios antiaéreos de la pasada guerra  y las sirenas de alarma. Monumentos de reconocimiento al ejercito rojo y curiosos cementerios que por las noches aparecen con lamparillas encendidas en algunas de las tumbas. No nos es difícil imaginarnos este escenario en la 2ª guerra Mundial…

 
Tarde de cerveza y noche de pub, dónde solo sabemos pedir vodka con naranja (vodka orange) con cierta con cierta garantía de que nos comprendan. Y como bienvenida nos ponen el “Viva España” de Manolo Escobar. ¡¡¡Venir aquí para esto!!!

miércoles, 8 de agosto de 2012


21 de agosto      Cracovia

Madrugando una vez más, rápido desayuno con excelentes mantequillas y tostadas que han tenido que improvisar para nosotros (no es costumbre aquí el tomar el pan tostado), y salimos para visitar la que se siente como la capital espiritual de Polonia. Son más de 300 km.
El sol ya está sobre el horizonte y nos permite ir contemplando la campiña polaca: campos con los pastos aun sin segar, setos boscosos separando las fincas, casitas de campo y perdidos cementerios… Dejamos a un lado Wroclaw y otra gran ciudad, Opole. La autovía E40 nos acerca a nuestro destino.
Cracovia (en polaco Kraków), es la capital del voivodato de la Pequeña Polonia (Województwo małopolskie) y una de las ciudades más grandes y  antiguas de Polonia. Con una población superior a los 700.000 habitantes, está situada en las márgenes del río Vístula.

Cracovia durante gran parte de la historia polaca fue la capital del país. Por eso, todavía es el corazón de Polonia para muchos polacos. En el siglo XVIII, como toda la Pequeña Polonia pasó a manos del Imperio Austriaco, tras la 1º guerra mundial Alemania heredera de parte de ese imperio, debe cederla a Polonia, vuelta a ocupar por Alemania, para después de la 2º  guerra pasar definitivamente a Polonia Es uno de los centros turísticos actuales más importante de Europa
Los edificios más destacados de la ciudad son el Castillo Real y la catedral en la colina Wawel, donde el rey Władysław Jagiełło fue enterrado.

Atravesando el Vístula, aparcamos en las inmediaciones de la colina Wawel y nos disponemos a subir por unas cómodas cuestas, con sus muros repletos de placas conmemorativas de los judíos y otros polacos asesinados por nazis,  hasta encontrarnos con la Catedral de San Wenceslao y San Estanislao, gótica construcción de 3 naves y ricamente decorada, con unos impresionantes huesos de ballenas en su pórtico, que harán alusión a la leyenda del dragón que tenía  su cueva bajo esta colina hasta que fue vencido por un humilde zapatero, que como premio recibió la mano de la hija del rey Krak, el fundador de la ciudad. En la misma colina admiramos los pórticos renacentistas del Castillo Real y los bellísimos aposentos regios ornamentados con tapices flamencos, obra de los grandes maestros del renacimiento. De una belleza particular es la Sala de los Diputados, con la original decoración del techo, cuyos artesones de madera presentan tallas de cabezas humanas policromadas.
 
Desde allí marchamos hacia la  ciudad vieja (Stare Miasto) con su bella y rica arquitectura gótica, renacentista o barroca y  catedrales y palacios con gran riqueza de color y detalles arquitectónicos. Entre ellos los de su bella plaza; la plaza de mercado (200 metros cada lado); docenas de viejas iglesias y museos; los edificios del siglo XIV de la Universidad Jagellónica; y Kazimierz, el centro histórico de los judíos de Cracovia.


En la plaza nos detenemos ante a basílica de Santa María iglesia de estilo gótico, Comenzada en 1355 por los vecinos de Cracovia para rivalizar con la Catedral de Wawel, la construcción hecha de ladrillos duró todo el siglo XIV con tres naves y dos torres cuadradas y de distinta altura. La más alta (80 m), acaba con un casco gótico puntiagudo y está adornada por una corona dorada. Desde la parte superior de esta torre cada hora un trompetista toca el Hejnał mariacki, una melodía tradicional polaca que se transmite a mediodía a través de la radio a  todo el país. Conmemorando que en el siglo XIII un trompetista fue asesinado por un disparo en la garganta mientras hacía sonar la alarma antes de que llegara una invasión mongola.
Paseamos por la hermosa plaza, una de las más grande de Europa, con su edificio renacentista para mercado de telas, hoy de tiendas de recuerdos, y numerosos puestos callejeros en el exterior. Destacan los objetos de plata y de ambar, que no podemos dejar de adquirir. Diversos grupos folklóricos amenizan con canciones populares polacas .
Es poco el tiempo del que disponemos para visitar tan rica ciudad, si además queremos ir a Auschwitz, por otra parte obligada visita. Se encuentra a 43 km de Cracovia y el campo de concentración que allí construyeron los nazis para asesinar a más de 2 millones de judíos, es un monumento a  la crueldad humana que no conviene olvidar.
Se encuentra perfectamente conservado, tal como lo dejaron los alemanes, antes de su liberación por el ejercito rojo. Alambradas, barracones, edificios de rojos ladrillos desvaídos, que fácilmente pueden trasladarnos a aquellos años de terror y sufrimiento. En su entrada el tristemente famoso”Arbeit macht frei (el trabajo hace libre), que por si solo expresa todo el cinismo y la crueldad de aquellos nazis. El escenario se impone y nos sobrecoge a todos, es una mala experiencia la que vamos a tener, pero hay que tenerla, ya sea por conmemorar la memoria de tantas victimas o para reafirmarnos en la necesidad de que nunca más haya holocaustos como éste. Salas con los restos de los objetos que familias enteras traía a su entrada: monturas de gafas, prótesis, maletas, ropas, cabellos… en un macabro depósito que a sólo la “eficacia” alemana  se le ocurriría aprovechar.
También aquí perdieron su vida grupos de represaliados españoles sobrevivientes de nuestra guerra civil que tuvieron la mala fortuna de caer en las manos de los nazis. Al menos con unas velas quisimos honrar su recuerdo.
Los barracones donde dormían hacinados como animales, Los hornos en los que se deshacían de los cuerpos, los patíbulos y lo que fueron las cámara de gas, completan este macabro espectáculo y nos hacen desear abandonar tan horrendo lugar, aunque dejando huella en nuestra memoria y en nuestras conciencias. ¡¡¡Nunca más!!!

martes, 7 de agosto de 2012


23 de agosto     Wroclaw y 2
Nos decidimos a volver a Wroclaw, esta vez por nuestros propios medios y haciendo uso de la línea de autobús que pasa por Strzegom. Veremos como nos defendemos con el idioma. La aventura está asegurada.
Nuestra primera intención es visitar el Jardín Botánico (Ogród Botaniczny we Wrocławiu), que encontramos atravesando unos de los numerosos puentes sobre el Oder sin mucha dificultad. Hermoso y didáctico jardín, alrededor de un lago en forma de “U”, con arbolarios, invernadero tropical, hermosas rosaledas, plantas autóctonas de Polonia, plantas alpinas, etc.
  Hasta fósiles de árboles montados en algunos de sus paseos. Nos perdemos entre sus parterres y disfrutamos del color y el olor de este autentico paraíso en el centro de la ciudad. Y también del frescor, puesto que hace un calor húmedo que creíamos que no íbamos a sufrir en estas latitudes.






Ahora podemos apreciar mejor la belleza de esta ciudad, otra más denominada la Venecia del norte de Europa. Las islas que delimita el Oder, unidas entre si por numerosos puentes (most), favorecen esta impresión. En una de ellas, Ostrow Tumski, o isla de la catedral es donde se dice se fundó la ciudad. Allí se encuentra la catedral de San Juan Bautista y el Palacio Arzobispal que nuevamente nos dejan admirados. Atravesando el puente de la catedral o Most Tumski, volvemos a la ciudad vieja o Stare Miaste y a su plaza del mercado, verdadero cruce de las rutas comerciales de la Europa Central durante varios siglos.  Con edificios que van desde el estilo renacentista hasta los propios del siglo XIX. La mayoría reconstruidos tras la situación en que quedó Wroclaw tras la 2ª guerra mundial.
Compramos embutidos locales y nos lo comemos en alguna plaza, una vez que nos habíamos deleitado de nuevo con la cerveza polaca.  Así se nos vino el tiempo para marchar de nuevo a la Estación de Autobuses y buscar el que nos devolviera a Strzegom. Tenemos dificultad para entendernos en la ventanilla, al final nos enteramos que el autobús está ya en el anden y que allí mismo el conductor  no expenderá el tiket. Encontramos a un emigrante chileno que muy amablemente nos facilita la labor y tranquilizados en nuestros asientos charlamos amigablemente con él, que nos cuenta el por qué de su emigración exilio (golpe de Pinochet) y de su integración en la sociedad polaca. Casi sin darnos cuestas estamos otra vez en nuestra población de residencia.

domingo, 5 de agosto de 2012


24 de Agosto       Praga

El tiempo que hemos ganado levantándonos temprano lo perdemos en el puesto fronterizo con la República Checa: comprobación exhaustiva de nuestros pasaportes y prohibición de paso a una madre que viene con pasaporte familiar con sus dos hijos incluidos. Aquí se exige pasaporte individual para cada uno. La intermediación de los guías no consiguen la autorización y deben quedarse en la frontera a la espera de que la recojan y lleven de nuevo a Strzegom.

Hemos salido en dirección a Jelenia Gora, otra importante ciudad de la Baja Silesia con más de 80.000 habitantes y muy próxima ya  a los Sudetes, que tendremos que atravesar para entrar en Chequia. Su nombre en polaco significa Montaña de ciervos, lo que nos da una idea de la riqueza de la zona. En sus proximidades se alza el Monte de los Gigantes (Karkonosze, en polaco), que es el macizo más elevado de esta cadena montañosa, mientras que ya en territorio checo tenemos que atravesar  Jizerské hory (las montañas Jizera). Atravesamos por hermosos bosques y carreteras casi de montañas, donde incluso en ocasiones nos acompaña la niebla.  Castillos de cuentos vemos encaramados en picos inaccesibles y abetos en  las faldas de los montes. Durante el invierno todas estas montañas son importantes centros de esquí. Hasta que no alcanzamos Turnov no enlazamos con la E65, una no enlazamos con la E65, una carretera principal que nos llevará a Praga. Cruzamos hermosos poblaciones llenas de encantos y arquitectura popular y también de anodinos bloques de pisos del más puro estilo “soviético”.
Con bastante retraso llegamos a Praga y a la cita que teníamos con nuestra guía. Por lo que nuestra visita guiada va a ser muy corta. Praga situada en las orillas del río Moldava, tiene aproximadamente 1,2 millones de habitantes, lo que la convierte en la ciudad más poblada del país y eso sin contar con su área metropolitana.
Sobre el Moldava

Empezamos por la plaza de Wenceslao, verdadero centro de los acontecimientos más importantes de la capital, con la estatua ecuestre de San Wenceslao en su extremo y el Museo Nacional detrás y recuerdos de las revueltas estudiantiles en la denominada primavera de Praga de 1968. Desde aquí y paseando recorremos la Stare Mesto, o ciudad vieja. En primer lugar vamos al barrio judío con su cementerio donde se apiñan miles de lápidas con símbolos alusivos a los apellidos o la profesión del fallecido y su magnífica sinagoga , la más antigua de Europa, y con un inconfundible estilo gótico. El resto del barrio está formado por edificios más recientes, construidos bajo los auspicios del estilo “art nouveau”

Paseando por sus calles hacia hacía la plaza de la ciudad vieja aún nos encontramos con figurantes de la ópera vestidos con trajes de la época. En la plaza, Staromestske  Námestí, quedamos maravillados por su riqueza monumental. Hay tanto que ver y tan poco tiempo. Contemplamos la fachada blanca de la iglesia barroca de S. Nicolá, La iglesia de Týn, con sus dos torres puntiagudas, el palacio rococó Golz-kinský , o la de de la campana de piedra. Por su lado sur, la hilera de casas coloridas de origen románico o gótico entre las que se encuentra El unicornio Dorado, donde hubo un salón literario frecuentado por Kafka. Preside todo el monumento a Jan Hus, el reformador religioso que nos recuerda la convulsa historia de esta ciudad. Nos dejamos maravillar por tanta belleza y arquitectura y nos acercamos al tocar la hora al reloj astronómico de la fachada del Ayuntamiento, con sus autómatas representando a los apóstoles o el propio esqueleto simbolizando la muerte, que toca una de las campanas y que con movimientos afirmativos de la cabeza recuerda la inminencia y universalidad de la muerte.
Nos perdemos por las calles y callejuelas del entorno entre ellas el pasaje Melantrichova entre una multitud de turistas. Notamos el culto que se le rinde a Franz Kafka y la gran cantidad de objetos de recuerdos que se nos ofrecen y las numerosas tiendas que exponen la valorada cristalería de Bohemia. Infinidad de puestos callejeros con artículos de artesanía entre los que sobresalen las simpáticas brujas montadas o no, en sus toscas escobas. No podemos resistirnos a comprarnos una.
Cervezas y bocatas en la plaza, café en algunos de los históricos establecimientos donde se discutía de literatura o se preparaba la revolución.

 Buscamos el puente de Carlos para ir a la Malá Strana  (la ciudad pequeña), antes subimos a la torre del puente, desde la que tenemos unas esplendidas vistas del río Moldava, del propio puente y de la misma ciudad vieja. El puente con sus dieciséis arcos, es ya no el más famoso de Praga sino que probablemente de Europa, nos envuelve con su magia, con su monumentalidad y grupos escultóricos (30), pero sobre todo por su ambiente bohemio con artesanos y artistas que nos deleitan por sus pequeñas actuaciones en directo o con su arte.

El barrio de Malá Strana, que se puede traducir por el Lado Pequeño o Barrio Pequeño, está situado está lleno de esplendorosos palacios, iglesias y plazas, que florecieron al abrigo de la nobleza del imperio. Allí encontramos: El Castillo de Praga, considerado la mayor fortaleza medieval del mundo, que contiene a su vez a la Catedral de San Vito, la mayor muestra del arte gótico de la ciudad; el callejón del Oro y la Alquimia, donde se reunían los que pretendían transformar metales en oro además de otros experimentos; la iglesia barroca se San Nicolás o el propio Palacio Real. Con estrellas y empinadas calles que le dan un aire de misterio y romanticismo único invita al paseo y a la ensoñación.
Un café, en taza pequeña y muy fuerte, sentado ante una de sus iglesias y palacios nos hace despertar nuestros sentidos y prepararnos para el regreso.
Desde el Puente de Carlos

 Prometemos volver, es tanto lo que nos queda por ver y admirar…Y si tuviéramos que elegir, elegiríamos a Praga como la ciudad más bella que hemos visitado.