3 de agosto de 2010
De nuevo tomamos la autovía TF5, para enlazando con la TF1, dirigirnos al sur, a playa de las Américas y en concreto a Pto. Colón, desde donde zarpará la embarcación Shogun, con la que tenemos contratado el día de visita.
Amanece un día gris en Pto. de la Cruz, hasta llovizna levemente y que a la altura de Tacoronte se hace neblinoso con nuestra inmersión en la nube, lo que nos obliga a circular con precaución. Conectado ya con la TF1, el cielo se despeja y el sol luce y nos acompaña en nuestro encuentro con el Sur.
Embarcamos a las 11 de la mañana, en un “velero” de 2 palos, para uso turístico que reproduce a uno de época y que despliega sus velas más por impresionar y buscar algo de estabilidad, que impulsarse por la fuerza del viento. Mar algo picado que hace que la embarcación cabecee algo, lo suficiente para provocar los primeros vómitos a algunos pasajeros. Costeamos todo el Adeje, con urbanizaciones y complejos hoteleros hasta primera línea de playa y pequeñas calitas entre ellos. Y un horizonte en tierra, marcado por las elevaciones que conducen hasta el macizo central del propio Teide.
Navegamos así hasta los acantilados de Los Gigantes, que aún impresionan más desde el mar. Paredes verticales verdosas, de roca viva y plantas colonizadoras y un mar, si cabe, todavía de un azul más oscuro bajo ellos. La embarcación busca su abrigo y fondeamos aquí, a pocos metros de su orilla. Toca un refrescante baño en estas añiles aguas, lanzándonos desde la cubierta. A pesar de la proximidad de la orilla, la profundidad es manifiesta.
Tras una hora de fondeo, para baño y comida tipo bufet, leva anclas para ir a la búsqueda de cetáceos (lo que no debe ser muy ecológico por las molestias diarias, que sin duda le provocan). Los patrones de las distintas embarcaciones de avistamientos, se avisan entre sí de los lugares en que son posibles observarlos, aunque hoy, por la situación del mar, la cosa no está fácil, por lo visto. Aproximadamente a la mitad del trayecto de vuelta, avistamos pero a bastante distancia, saltos de algunos delfines, aunque l patrón no desvía el rumbo (150º vemos marcados por el compás), hasta que intercepta con una manada de calderones que hacen las delicias del turismo de abordo. Las cámaras no paran de disparar, apreciándose madres con crías pequeñas, prácticamente al costado de la embarcación.
Hermosas ballenas, las más pequeñas de la familia, que alegran estas 35 millas de navegación antes de retornar al puerto de Salida y regresar por autovía, de nuevo, al Pto. de la Cruz.
No hay comentarios:
Publicar un comentario