Desayuno en el hotel tipo bufé y recogida del coche que hemos alquilado para estos días en las islas (un Seat Ibiza). Salimos para Sta. Cruz, la capital, por la TF5 que ya tomamos cuando vinimos del aeropuerto. Los nombres genuinamente canarios se suceden en las salidas de la autovía: Orotava, Matanza, El Sauzal, Taraconte, La Laguna….La autovía sube unos cientos de metros y allí penetramos en el interior de una de las nubes que quedan atrapadas aquí, dándole a todo un aspecto otoñal. Entramos en la capital buscando el puerto, para llegar a la plaza de España. Cuántos recuerdos, de cuando hace más de 30 años, desembarqué aquí, proveniente de Cádiz a bordo del J.J. Sister. Todo me parece más pequeño, menos monumental…
Paseo por sus calles, poco transitadas en un día de domingo caluroso como éste. Visita obligada a los restos del Baluarte de San Cristóbal, encontrados con ocasión de la remodelación de la plaza de España y conservados in situ en una galería subterránea. Allí se explica el sistema defensivo que tuvo la isla, con un conjunto de baluartes y castillos, muchos de ellos aún conservados, aunque no en la capital, dado los frecuentes ataques de los ingleses en el XVIII. Entre otras piezas curiosas, se expone el cañón denominado El Tigre, al que se le atribuye el dudoso “honor” de haber arrancado el brazo a Nelson.
Desde aquí paseamos por la peatonal calle del Castillo, hasta la plaza del General Weyler, para alcanzar luego el Parque de García Sanabria, un oasis de frescor en esta calurosa mañana. La flora subtropical propia, o la tan bien aclimatada aquí, nos ofrecen su sombra o sus variados colores. Encontramos Flamboyanes, tulíperos del Gabón, hibiscos rojos y amarillos, aves del paraíso, plataneras,…Y un curioso jardincillo de plantas aromáticas: mentas, salvias, hierbabuenas…
Desde aquí paseamos por la peatonal calle del Castillo, hasta la plaza del General Weyler, para alcanzar luego el Parque de García Sanabria, un oasis de frescor en esta calurosa mañana. La flora subtropical propia, o la tan bien aclimatada aquí, nos ofrecen su sombra o sus variados colores. Encontramos Flamboyanes, tulíperos del Gabón, hibiscos rojos y amarillos, aves del paraíso, plataneras,…Y un curioso jardincillo de plantas aromáticas: mentas, salvias, hierbabuenas…
Dejando este parque y su frescor, sólo las playas podían ser nuestro objetivo. En dirección norte salimos de Santa Cruz, buscando San Andrés y la Playa de las Teresitas. Dejamos atrás un paisaje de muelles y destartaladas instalaciones portuarias. En Las Teresitas, ante un mar esplendido, de un color que va del turquesa al azul más puro, nos cobijamos bajo unas palmeras sembradas en la misma playa. Playa “regenerada”, según nos cuentan, con arenas rubias traídas del desierto del Sahara hace unos años. Esa arena y el fuerte viento que sopla hoy nos hace nuestra estancia menos placentera; la arena nos impacta a veces con verdadera fuerza. No obstante, el baño obligatorio en tan transparentes aguas, nos hace resistir y disfrutar de este clima. Los altos montes que abrazan la playa, con su aridez y sus cactus, o el mismo pueblecito de San Andrés, que trepa sobre ellos, nos ofrece el contrapunto a la placidez de estas aguas.
Vamos luego a La Laguna, ciudad de los Adelantados de Castilla y cargada de historia. Saliendo de la autovía TF5, ya familiar para nosotros, nos acercamos a un centro histórico bastante bien conservado y plagado de casas señoriales y palacios de la época. En la plaza del Adelantado, tomamos un refresco e iniciamos nuestra visita. Iglesias y conventos (Sta. Catalina, Iglesia Catedral, de la Concepción,…), de los siglos XVI y XVII; Palacios y distintas casas solariegas de los notables de Castilla, se suceden unas tras otras por unas calles empedradas que son toda un muestrario de historia. Balconadas canarias, canterías esquineras de colores oscuros, puertas ornamentadas, dan singularidad a este arte canario. El retoque de las campanas de la Iglesia de la Concepción ayudan al ensueño y a vivir más intensamente tanta sucesión de estilos artísticos (renacimiento, mudéjar, barroco…).La importancia de La Laguna, como capital política de la conquista y administración de las Islas, queda claramente reflejada en tanta monumentalidad.
De nuevo en el Puerto de la Cruz, descansamos para mañana visitar el Teide.
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