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martes, 15 de abril de 2014

Tanger a Marrakech en tren 3

1 de marzo. La Marrakech monumental

Bab Agnaou (Puerta del Cordero)



Hemos reservado el día de hoy para la visita del resto de los monumentos y los jardines. El taxi que tomamos desde el hotel nos deja ante la puerta de Bab Agnau, la puerta del cordero, la única que en las murallas que circundan la medina se conserva en su estado original. Hermosa puerta, con arco de piedra grisácea, flaqueada por 2 antiguas piezas de artillería. Tras la puerta, pronto encontramos el estrecho corredor que nos lleva a las Tumbas Saadies. En esta nueva visita que realizamos, tras la del 2008, podemos apreciar mejor toda la belleza y majestuosidad de estos enterramientos en los jardines del antiguo palacio del sultán, hoy desaparecido. Recordamos que esta maravilla permaneció escondida hasta 1917, cuando gracias a un vuelo aéreo sobre Marrakech, de la incipiente aviación, creo recordar de Saint-Exupéry, se pudo comprobar que debía de haber algún recinto cerrado en las antiguas ruinas.

Tumbas Saadies



Tumbas con estelas por todo el jardín, según la importancia de sus moradores y orientadas hacia la Meca. Y la sala de las 12 columnas con su lujosa decoración de estucos y arabescos que recuerdan a los de la Alhambra de Granada. Allí se encuentra enterrado el sultán y su familia. Un conjunto de más de 100 tumbas que no podíamos dejar de visitar.

Palacio Badi
Desde allí y guiándonos por el minarete de la Mezquita Mansour, de lo más clásico de este tipo de alminares en el mundo musulmán, seguimos recto por una de las calles del barrio de Mellah, el barrio judío, hasta encontrarnos con las ruinas del gran Palacio Badi, o el Badii. Construido a finales del siglo XVI por el sultán Ahmed al-Mansour para conmemorar la victoria sobre los portugueses en la Batalla de los tres reyes. Grandes jardines, que dan ideas de la gran magnificencia de este Palacio. Ruina de la sala de embajadores, distintas dependencias y sus recientemente restauradas mazmorras. Jardines a un nivel más bajos para que los paseantes puedan percibir mejor las copas de los naranjos y recibir el olor de su azahar, estanques de agua y sobre todo la parte superior de sus murallas desde donde se tienen unas perspectivas de toda la medina, lástima que estropeadas por la gran profusión de antenas parabólicas que se extienden por todos los tejados. Numerosas cigüeñas han hecho de estas ruinas lugares paras su nidificación completando la imagen del lugar. El Gran Atlas nevado, al sur, completa las hermosas vistas desde estas ruinas.

Tras la visita, comemos comida marroquí en una terraza-velador de este barrio del Mellah. La sopa harira y los tallines son los que degustamos hoy, aunque la verdad no llegan a satisfacernos plenamente. Comida para turistas que deja en mal lugar a la excelente gastronomía marroquí.

Jardines Majorelle

La tarde la hemos reservado para visitar los jardines y el palmeral. Primero los Jardines de Majorelle, situados en la zona residencial de Gueliz y diseñados por el propio Jaques Mejorelles, que los adquirió en 1924 para abrirlos al público en 1947. Jardines esplendorosos y bellos donde los haya. Expresión de la personalidad y sensibilidad artística de su diseñador, muestra un conjunto bien armónico de bellos árboles y otras plantas tropicales, con bambús y gran variedad de captus , que combinan con fuentes y estanques y una profusión de elementos constructivos en azul añil que conjugan perfectamente con los juegos de luces y el verdor reinante. Lugar para la relajación y el deleite que se merecerían una visita más pausada que la que hacemos.
 De aquí partimos para los palmerales que rodean Marrakech por su parte noreste con sus más de 100.000 palmeras datileras (Phoenix dactylifera), que comenzaron a plantar ya los almorávides. Queríamos hacer coincidir la visita con la puesta del sol, pero los taxistas que nos llevan alteran los horarios a su antojo y a lo más nos acercan a una zona con dromedarios , para el típico paseo de 15 minutos por 150 DHM, que algunos rechazamos. Lugar seco y polvoriento que no llegó a impresionarnos como creíamos; de todas las maneras, tiene su encanto y no se puede dejar de visitar.
Los taxistas, por su propia iniciativa, nos acercan a una curtiduría en las afueras de la ciudad, con su acumulación de pocetas para los diferentes tratamientos y coloración de las pieles y sus nauseabundos olores, que las hojas de menta que nos proporcionan no pueden ni siquiera remotamente mitigar. A base de excrementos de palomas, disueltos en agua (amoniaco) y colorantes naturales, obtienen pieles de colores y texturas bien distintas. Dicha curtiduría nos dicen que la gestionan en régimen de cooperativa y que allí mismo elaboran y exponen distintos artículos fabricados con las pieles obtenidas, y de las que de seguro los taxistas se llevaran una comisión en caso de ventas.

Breve descanso en el hotel y nueva salida para despedir esta noche desde la plaza una vez más: Jemma el Fna o plaza de los muertos, por ejecutarse allí a los ajusticiados, que es el significado de su nombre. De nuevo su magia, sus sonidos, sus olores … y sobre todo sus gentes. Probamos los tatuajes con hemna por 50 DHM, a la luz de una pequeña lámpara de gas y ante la maestría increible de su ejecutora con una simple jeringa.
Hemna en la Plaza




Nuevo paseo por el zoco nocturno, últimas compras y regateos despiden nuestra estancia en la Plaza de las Plazas.

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