2
de marzo A las
cataratas de Ouzoud
Camino a Tanachmeilt |
Reservamos
el domingo para hacer una visita a las cataratas más grande e
impresionante del Norte de África, con sus 110 m de caída. Para
ello hemos contratado un monoplaza por 1400 DHM.
Salimos
temprano para recorrer sus 150 km que la separan de Marrakech,
tomando la carretera que comunica con Fez, en la mayor parte de su
recorrido (la P24 0 la nº 8), para desviarse al final en dirección
a Azilal.
Durante
el trayecto podemos observar tres tipos de paisajes diferenciados:
a)Terrenos
secos y pedregosos, con escaso valor agrícola a la salida de
Marrakech. En ellos no se encuentras más que un pobre y raído pasto
o algunos palmerales.
b)Terrenos
con tierras rojizas más fértiles, aprovechados por olivares y
abundantes almendros. Se aprecia actividad agrícola.
c)Ya
en la desviación hacia Azilal y el pequeño pueblo de Tanachmeilt,
el paisaje se hace más montañoso con bosquetes de araar o sabina
bereber y pinos de repoblación junto a la carretera. El bosque de
araar cubre toda la ladera y nos introduce en el dominio del Atlas
Medio.
Se
comienzan a observar estratos calizos y anticlinales perfectamente
definidos.
Cascadas de Ouzoud |
Las
cascadas tienen tres pisos y se aprecian perfectamente en la
garganta que forma este río, el retroceso por erosión que se ha ido
produciendo con el paso del tiempo. Impresionantes, desde luego, y
una buena lección de geología.
Rocas
calizas tabulares en las paredes más altas de la garganta que
encajona al Oued Ozoud con muestras visibles de plegamientos y
anticlinales.
Ya
en la parte baja, aprovechamos un merendero de los que abundan aquí,
para reponer fuerzas y hacer un picnic hasta con vino incluido que
traemos. Y claro, tomar las fotos rigor de toda la belleza de estas
cascadas. Ahora tomamos el camino de regreso paralelo al discurrir
del río, par cerca de las cascadas recrearnos en toda su
magnificencia y singularidad, así como en su explotación turística
por los locales que han ido montando merenderos y “ restaurantes”
en sus orillas. Un artesanal y destartalado puentecillo, no más de
varios troncos y algunas tablas, nos cruza a la orilla contraria
para desde allí subir por una agotadora escalera , de no sé cuántos
peldaños, y flanqueada de puestos de artesanía y expolio de
fósiles, estalactitas y otras rocas del lugar, como es tan frecuente
en un Marrueco que esta destruyendo todo su patrimonio geológico.
Todavía nos encontramos con unos Macacos rhesus o Monos del Atlas,
domesticados a los que los visitantes no para de cebar con sus
chucherias.
La
escalera es subida por fin y tras un breve descanso tomamos de nuevo
el microbús para regresar a Marrakech, buscar su estación central y
el tren nocturno, que ahora en dirección inversa, nos dejaría de
nuevo en Tanger a las 7:30 h del día siguiente.
Improvisamos
en el pequeño camarote de nuestras literas, una informal cena y
acabar con los restos de vinos de los que aún disponemos, pero mala
suerte, ahora el revisor del tren se acerca y nos advierte que el
alcohol, está prohibido. Así qué cena con agua como manda el
Corán...
Esperando el tren Marrakech.Tanger |
Noche
de descanso en las literas y antes que nos despertemos, el mismo
revisor nos avisa que estamos llegando a Tanger, incluso un poco
antes del horario previsto.
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