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martes, 15 de abril de 2014

Tanger a Marrakech en tren 1

27 de febrero. Tarifa Tanger




A las 17 horas tomamos en Tarifa el Ferry para Tanger, para llegar a la misma hora, teniendo en cuenta las -1 hora de Marruecos, o más exactamente la +1 de la Península. El temor que teníamos de que la fuerza del viento, como otra vez, no permitiera el cruce del Estrecho, no ocurrió en esta ocasión. Vientos de poniente de fuerza 2-3 Bft. hoy permiten la navegación con marejadilla. A la hora más o menos indicada, el ferry desatraca del puerto. En cuanto nos despistamos la cola para sellar los pasaportes ya es enorme, así que nos pasamos casi toda la travesía en ella. Ya en Tanger, nuevo control policial para comprobación de pasaportes y equipajes. Por fin fuera de la aduana nos encaminamos a cambiar € por DHM (Dirham): 10,93 DHM por 1€, obtenemos.
Salimos al caos del tráfico de Tanger, frente a la Estación Marítima y Estación de Autobuses. Primeros tés y algunos bizcochos sentados en una cafetería y el consiguiente acoso de conseguidores y guías. Tomamos un taxi, donde casi no caben las maletas de los cinco que lo ocupamos y nos dirigimos a la Estación de Trenes de Tanger, dependiente de la ONCF, el organismo estatal de los ferrocarriles marroquíes.
Espera en estación de Tanger
Y allí la tediosa espera de más de 2 horas, hasta que a la 21: 35 h tiene anunciada su salida el nocturno Tanger Marrakech. Paradas en Asilah, El Ksar al Kbir, Sidi Kacem, Kenitra, Casablanca,... Moderna estación donde los minutos se hacen horas. Esperemos que en nuestras literas el tiempo se nos pase deprisa y nos despertemos por fin en Marrakech. Por unos 35 € tenemos billetes para literas en vagones cuádruples, realmente barato si tenemos en cuenta  los 650 km que nos separan del destino. Casi con puntualidad inglesa el tren anuncia su partida, nos distribuimos por los vagones que nos corresponden con sus 4 minúsculas literas y espacio reducidísimo entre ellas. Eso sí, nos entregan sábanas y fundas para almohadas limpias.
En las "literas" del tren nocturnoi Tanger-Marrakech
Acomodamos como podemos el equipaje y esperamos que el tren parta para Marrakech, con sus numerosas paradas y enlace en Casablanca para Rabat. Cenamos y hasta bebemos vinos del que traemos, para así, hartos disponernos a dormir , o más bien a descansar, hasta llegar mañana a nuestro destino. Porque aunque intentamos dormir , el continuo traqueteo del tren, su paso por estaciones iluminadas y sus frecuentes paradas, nos lo ponen difícil, pero al menos descansamos sobre las literas, que resultan cómodas.

Bastante antes de la llegada, y teniendo en cuenta la diferencia horaria, ya estamos levantados y contemplando a las luces del amanecer el paisaje semidesértico y de pobreza agrícola de este sur de Marruecos. A la hora prevista , 8 de la mañana, llegamos al destino y nos encontramos con una moderna estación en Marrakech, junto a las grandes Avenidas de Hassan II y Mohamed VI, en el distrito de Gueliz, con el indiscutible gusto francés por los bulevares.


Tanger a Marrakech en tren 2

28 de feb. Marrakech

Nada más salir de la estación, buscamos lugar para desayunar. Junto a la misma estación encontramos una moderna cafetería con terraza a la avenida Hassan II. Desayuno occidental de café y pan tostado, más bien calentado, pero que nos sabe a gloria.
Ahora nos queda encontrar el Hotel Amani, que parecía fácil por su proximidad a la estación y su situación en la Avd. Mohamed VI, pero que al preguntar por él para confirmar, o interesadamente o por no entendernos suficientemente, nos indican una dirección contraria. Debemos rectificar con la ayuda de nuestro plano y cruzando las avenidas con la dificultad de sortear un tráfico que apenas respeta los pasos de peatones
(no se paran hasta que no tienen más remedio o te atropellan). A pocos minutos encontramos el hotel, que realmente está cerca de la estación y frente al Palacio de
La Moderna Marrakech
Congreso. El Amani Hôtel Appart nos parece agradable , con habitaciones bien decoradas y confortables. Mientras terminan de prepararnos las habitaciones nos dan un té de bienvenida en la terraza. Ésta si merece la pena, con vistas panorámicas de la ciudad, sobre todo hacia el sur, la avenida y al fondo un Atlas nevado que hace nuestras delicias.Tomamos este primer té y nos relajamos rodeados de captus y veladores que nos protegen de un sol que ya comienza a calentar. Programamos las visitas del día: Plaza Jemma el Fna, Museo de Marrakech y Madraza.
La silueta de la Koutoubia (S XII) nos aparece por primera vez con su majestuosidad y omnipresencia dentro de la Medina. Nos recreamos en su contemplación y en buscarle semejanza con la de la Giralda de Sevilla, ambas del periodo almohade. Explicamos el significado de las cuatro bolas, o manzanas que coronan su minarete dándole sus 70 m de altura: Representaciones del mundo terrenal, el del cielo y el espiritual, y una pequeña última bola donativo de la sultana , que con sus joyas donadas quiso reparar el haberse saltado un día de ayuno en el Ramadan.
La Kutubia
Entramos en la medina por la puerta de Bab Jdid y de aquí por una calle con modernas tiendas de móviles y agencias de viajes para concertar excursiones por los alrededores, nos encontramos de pronto con el diáfano espacio de la plaza de Jemma el Fna, la plaza de las plazas, con su indescriptible espectáculo de siempre: encantadores de serpientes, músicos, contadores de cuentos, vendedores...Todos a la búsqueda y captura de los euros de los turistas. Espectacular, pero no tanto como en la noche, en donde  retoma toda su magia y exotismo. Así que dejaremos para entonces el maravillarnos aún más con su ambiente, su colorido y sus sonidos. Y nos podemos , por menos que recordar a Juan Goytisolo y la descripción que hace de ella en su novela Makbara: “ todas las guías mienten no hay por donde cogerla
ágora, representación teatral, punto de convergencia: espacio abierto y plural, vasto ejido de ideas
campesinos, pastores, áscaris, comerciantes, charlatanes venidos de las centrales de autocares, estaciones de taxi, paradas de coches de alquiler somnolientos: amalgamados en una masa ociosa, absortos en la contemplación del ajetreo cotidiano,” así es la plaza y más.

Dejamos la plaza para entrar en el zoco y con más o menos acierto pretendemos tomar la Rue Rahba Kédima , que al final nos dejaría en la Plaza Ben Youssef . Eso sí, por un zoco donde la conducción alocada de las motocicletas, a toda velocidad y sin precaución alguna, nos hace estar constantemente en alerta y teniéndonos que apartar para dejarles paso, cuando no son los carros tirados por burros u otros vehículos parecidos. Ello nos impide el paseo relajado para la contemplación y la inmersión en la abigarrada multitud, en los productos de artesanía y otros varios de sus puestos, en sus olores, en sus colores,... Ya en la Plaza buscada, nos enteramos que hoy sólo podemos visitar la Madraza por el exagerado precio de 50 DHM, no están abierto ni el museo ni la Kouba.
En Madraza Ben Youssef
Así y todo, la Medraza o Medersa de Ben Youssef merece la pena. Construida a finales del S XVI, fue la escuela coránica más grande e importante de todo el Marrueco de su época, contrastando la rica decoración de su exterior y el austero aspecto de sus celdas. Sobresalen su prolija decoración de estucos y azulejos de su patio interior, su profusión de pequeñas ventanas hermosamente decoradas, las figuras geométricas y vegetales y las tiras de escritura cúfica. Después del patio interior, con su pila para las ablusiones, su mezquita, con su bien diferenciado muro de la quibla y el mihrab; subimos a su segundo piso para contemplar las antiguas y austeras celdas que ocupaban como alojamiento sus más de 900 estudiantes. Celdas donde apenas caben un camastro y una pequeña mesa para el estudio y la oración. En la plaza nos acercamos también a la Qubba almorávide, lugar de enterramiento de una persona santa y que merece veneración, con su planta cuadrada y cubierta abovedada. La verdad es que no presentaba desde el exterior ningún aspecto a destacar, más allá de su antigüedad y su pertenencia a una de las dinastías “constructora” de Marrakech.

Buscamos el regreso a la Plaza de Jemma el Fna, y el comer en algunos de sus restaurantes en terraza, contemplando la plaza, ahora tranquila y como somnolienta. Cuscús, Brochetas de cordero y té, siempre té.

Vuelta al hotel, para descansar un poco y prepararnos para la noche.

La noche la dejamos para maravillarnos otra vez con la magia de Jemma el Fna, ese viaje en el recuerdo a lo que habíamos imaginado de los cuentos de las mil y una noche, con toda su fantasía y exotismo. Espectáculo total en esa casi oscuridad, solamente solventada por los faroles que aportan sus propios actores, o las guirnaldas de luces de sus tenderetes y o puestos de zumos de naranjas o frutos secos. Multitud diversa de mirones, turistas asombrados, paseantes, comerciantes, vendedores, cuentacuentos inteligibles para nosotros, músicos de timbales y ritmos frenéticos.
la magia de la noche en Jemma el Fna
Gentes, sonidos, luces, olores... Comunidad de personas desde lenguas y culturas tan distintas. De nuevo Makbara y sus magistrales narraciones de lo inenarrable, se nos vienen al recuerdo.
Nos adentramos ahora en el zoco de noche: igualmente borrachera de colores, de artículos y artesanías que se repiten miméticamente hasta la saciedad: babuchas, bolsos de cuero, orfebrería, telas ropas, especies, frutos secos, farmacología bereber,.. Y motos, más motos, que impiden que disfrutemos totalmente de este ambiente de compras y regateos.
Y otra vez la plaza, y a los tenderetes de comidas con sus olores a fritos y asados y en sus bancos y mesas comunales degustar la harira, la sopa por esencia marroquí, las aceitunas, los picantes, los pinchitos , y el pan, el excelente pan marroquí. Y niños que esperan que les des las sobras de lo que dejamos: la miseria junto a la magia.
Comida en los tenderetes de la Plaza


Tanger a Marrakech en tren 3

1 de marzo. La Marrakech monumental

Bab Agnaou (Puerta del Cordero)



Hemos reservado el día de hoy para la visita del resto de los monumentos y los jardines. El taxi que tomamos desde el hotel nos deja ante la puerta de Bab Agnau, la puerta del cordero, la única que en las murallas que circundan la medina se conserva en su estado original. Hermosa puerta, con arco de piedra grisácea, flaqueada por 2 antiguas piezas de artillería. Tras la puerta, pronto encontramos el estrecho corredor que nos lleva a las Tumbas Saadies. En esta nueva visita que realizamos, tras la del 2008, podemos apreciar mejor toda la belleza y majestuosidad de estos enterramientos en los jardines del antiguo palacio del sultán, hoy desaparecido. Recordamos que esta maravilla permaneció escondida hasta 1917, cuando gracias a un vuelo aéreo sobre Marrakech, de la incipiente aviación, creo recordar de Saint-Exupéry, se pudo comprobar que debía de haber algún recinto cerrado en las antiguas ruinas.

Tumbas Saadies



Tumbas con estelas por todo el jardín, según la importancia de sus moradores y orientadas hacia la Meca. Y la sala de las 12 columnas con su lujosa decoración de estucos y arabescos que recuerdan a los de la Alhambra de Granada. Allí se encuentra enterrado el sultán y su familia. Un conjunto de más de 100 tumbas que no podíamos dejar de visitar.

Palacio Badi
Desde allí y guiándonos por el minarete de la Mezquita Mansour, de lo más clásico de este tipo de alminares en el mundo musulmán, seguimos recto por una de las calles del barrio de Mellah, el barrio judío, hasta encontrarnos con las ruinas del gran Palacio Badi, o el Badii. Construido a finales del siglo XVI por el sultán Ahmed al-Mansour para conmemorar la victoria sobre los portugueses en la Batalla de los tres reyes. Grandes jardines, que dan ideas de la gran magnificencia de este Palacio. Ruina de la sala de embajadores, distintas dependencias y sus recientemente restauradas mazmorras. Jardines a un nivel más bajos para que los paseantes puedan percibir mejor las copas de los naranjos y recibir el olor de su azahar, estanques de agua y sobre todo la parte superior de sus murallas desde donde se tienen unas perspectivas de toda la medina, lástima que estropeadas por la gran profusión de antenas parabólicas que se extienden por todos los tejados. Numerosas cigüeñas han hecho de estas ruinas lugares paras su nidificación completando la imagen del lugar. El Gran Atlas nevado, al sur, completa las hermosas vistas desde estas ruinas.

Tras la visita, comemos comida marroquí en una terraza-velador de este barrio del Mellah. La sopa harira y los tallines son los que degustamos hoy, aunque la verdad no llegan a satisfacernos plenamente. Comida para turistas que deja en mal lugar a la excelente gastronomía marroquí.

Jardines Majorelle

La tarde la hemos reservado para visitar los jardines y el palmeral. Primero los Jardines de Majorelle, situados en la zona residencial de Gueliz y diseñados por el propio Jaques Mejorelles, que los adquirió en 1924 para abrirlos al público en 1947. Jardines esplendorosos y bellos donde los haya. Expresión de la personalidad y sensibilidad artística de su diseñador, muestra un conjunto bien armónico de bellos árboles y otras plantas tropicales, con bambús y gran variedad de captus , que combinan con fuentes y estanques y una profusión de elementos constructivos en azul añil que conjugan perfectamente con los juegos de luces y el verdor reinante. Lugar para la relajación y el deleite que se merecerían una visita más pausada que la que hacemos.
 De aquí partimos para los palmerales que rodean Marrakech por su parte noreste con sus más de 100.000 palmeras datileras (Phoenix dactylifera), que comenzaron a plantar ya los almorávides. Queríamos hacer coincidir la visita con la puesta del sol, pero los taxistas que nos llevan alteran los horarios a su antojo y a lo más nos acercan a una zona con dromedarios , para el típico paseo de 15 minutos por 150 DHM, que algunos rechazamos. Lugar seco y polvoriento que no llegó a impresionarnos como creíamos; de todas las maneras, tiene su encanto y no se puede dejar de visitar.
Los taxistas, por su propia iniciativa, nos acercan a una curtiduría en las afueras de la ciudad, con su acumulación de pocetas para los diferentes tratamientos y coloración de las pieles y sus nauseabundos olores, que las hojas de menta que nos proporcionan no pueden ni siquiera remotamente mitigar. A base de excrementos de palomas, disueltos en agua (amoniaco) y colorantes naturales, obtienen pieles de colores y texturas bien distintas. Dicha curtiduría nos dicen que la gestionan en régimen de cooperativa y que allí mismo elaboran y exponen distintos artículos fabricados con las pieles obtenidas, y de las que de seguro los taxistas se llevaran una comisión en caso de ventas.

Breve descanso en el hotel y nueva salida para despedir esta noche desde la plaza una vez más: Jemma el Fna o plaza de los muertos, por ejecutarse allí a los ajusticiados, que es el significado de su nombre. De nuevo su magia, sus sonidos, sus olores … y sobre todo sus gentes. Probamos los tatuajes con hemna por 50 DHM, a la luz de una pequeña lámpara de gas y ante la maestría increible de su ejecutora con una simple jeringa.
Hemna en la Plaza




Nuevo paseo por el zoco nocturno, últimas compras y regateos despiden nuestra estancia en la Plaza de las Plazas.

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2 de marzo A las cataratas de Ouzoud
Camino a  Tanachmeilt


Reservamos el domingo para hacer una visita a las cataratas más grande e impresionante del Norte de África, con sus 110 m de caída. Para ello hemos contratado un monoplaza por 1400 DHM.
Salimos temprano para recorrer sus 150 km que la separan de Marrakech, tomando la carretera que comunica con Fez, en la mayor parte de su recorrido (la P24 0 la nº 8), para desviarse al final en dirección a Azilal.
Durante el trayecto podemos observar tres tipos de paisajes diferenciados:
a)Terrenos secos y pedregosos, con escaso valor agrícola a la salida de Marrakech. En ellos no se encuentras más que un pobre y raído pasto o algunos palmerales.
b)Terrenos con tierras rojizas más fértiles, aprovechados por olivares y abundantes almendros. Se aprecia actividad agrícola.
c)Ya en la desviación hacia Azilal y el pequeño pueblo de Tanachmeilt, el paisaje se hace más montañoso con bosquetes de araar o sabina bereber y pinos de repoblación junto a la carretera. El bosque de araar cubre toda la ladera y nos introduce en el dominio del Atlas Medio.
Se comienzan a observar estratos calizos y anticlinales perfectamente definidos.
Cascadas de Ouzoud
Ya en Tanachmeilt, un pequeño paseo nos lleva hasta el río Ouzoud y a su caída desde aquí, que desde luego no puede ser más impresionante desde esta altura. Un guía bereber se impone como nuestro guía por 5DHM por personas (al final nos agrada su presencia y atención y lo obsequiamos con 200Dhm, todo un sueldo en estos lugares). Con el tomamos una senda entre olivos, de donde viene el nombre de Ouzoud (olivos en bereber), que nos conduce hasta la parte baja de la cascada y el río. Vamos contemplando las formaciones calizas travertínicas que se han ido depositando sobre las raíces de los olivos y algarrobos que le han servido de moldes. También son observables las coladas de estas calizas travertínicas en las paredes de las cascadas al ir depositándose el carbonato cálcico sobre los musgos y algas de sus paredes.
Las cascadas tienen tres pisos y se aprecian perfectamente en la garganta que forma este río, el retroceso por erosión que se ha ido produciendo con el paso del tiempo. Impresionantes, desde luego, y una buena lección de geología.
Rocas calizas tabulares en las paredes más altas de la garganta que encajona al Oued Ozoud con muestras visibles de plegamientos y anticlinales.

Ya en la parte baja, aprovechamos un merendero de los que abundan aquí, para reponer fuerzas y hacer un picnic hasta con vino incluido que traemos. Y claro, tomar las fotos rigor de toda la belleza de estas cascadas. Ahora tomamos el camino de regreso paralelo al discurrir del río, par cerca de las cascadas recrearnos en toda su magnificencia y singularidad, así como en su explotación turística por los locales que han ido montando merenderos y “ restaurantes” en sus orillas. Un artesanal y destartalado puentecillo, no más de varios troncos y algunas tablas, nos cruza a la orilla contraria para desde allí subir por una agotadora escalera , de no sé cuántos peldaños, y flanqueada de puestos de artesanía y expolio de fósiles, estalactitas y otras rocas del lugar, como es tan frecuente en un Marrueco que esta destruyendo todo su patrimonio geológico. Todavía nos encontramos con unos Macacos rhesus o Monos del Atlas, domesticados a los que los visitantes no para de cebar con sus chucherias.
La escalera es subida por fin y tras un breve descanso tomamos de nuevo el microbús para regresar a Marrakech, buscar su estación central y el tren nocturno, que ahora en dirección inversa, nos dejaría de nuevo en Tanger a las 7:30 h del día siguiente.
Improvisamos en el pequeño camarote de nuestras literas, una informal cena y acabar con los restos de vinos de los que aún disponemos, pero mala suerte, ahora el revisor del tren se acerca y nos advierte que el alcohol, está prohibido. Así qué cena con agua como manda el Corán...
Esperando el tren Marrakech.Tanger

Noche de descanso en las literas y antes que nos despertemos, el mismo revisor nos avisa que estamos llegando a Tanger, incluso un poco antes del horario previsto.


Tanger a Marrakech en tren 5

3 de marzo Lunes en Tanger y regreso
Tanger

Conseguimos dejar los equipajes en una consigna al principio de la Avda. de España, frente al puerto y la estación de autobuses y la entrada del zoco. Subiendo por el gran zoco llegamos a la Plaza 9 de abril, buscando alguna cafetería para desayunar.


Por la Rue Kaslah nos dirigimos a la Kasbah y buscamos una vez más el museo de Tanger, que aunque ya hemos visitado en otras ocasiones, siempre nos resulta interesante: restos paleolíticos , púnicos, greco-romanos, islámicos, portugueses, etc, ilustran suficientemente la antigüedad e importancia de esta población y esta otra puerta del Estrecho. Callejeando desde la kasba vamos bajando por intrincadas callejuelas hasta encontrarnos con el pequeño zoco. Últimas compras de especies, té verde, dulces ,... para tomar el ferry de las 14:30h que nos dejará en Tarifa de nuevo.

Una vez más dejamos África y Marruecos a la espera de otro deseado encuentro