Después del opíparo
desayuno marroquí en el hotel, donde nunca faltan los kreps, la
miel, los frutas, los zumos , los croassant... Y de visitar los
jardines y comprobar la buena mañana que hace, con una temperatura
que invita al paseo, nos decidimos por irnos a Tetuán. Negociamos
un taxi para los cuatro por 600Dhs, ida y vuelta que no nos parece
caro y desistimos de hacer el viaje en autobús (claro mucho más
barato).
Los aproximados 50 km que
separan dichas ciudades lo hacemos en poco más de 1 hora. Caótico
tráfico al salir de Tánger con intersecciones que se cruzan sin
saber como y sin que se produzcan alcances. Ya en la carretera,
separados ambos carriles por una estrecha mediana, seguimos
apreciando la locura de conducción que se lleva a acabo aquí.
La primera parte del
trayecto transcurre entre tierras pobres con casi nada de
agricultura, poco ganado y pequeños “aduares”, eso sí, con sus
insustituibles mezquita. Algunos olivos y almendros y poco más. Ya
en las proximidades de Tetuán encontramos terrenos mas abruptos y
repoblados por pinos. Las montañas del Rif se nos hacen cercanas y
sus perfiles se dibujan a nuestro sur. Tráfico igual de intenso y
caótico en Tetuán donde el taxi nos deja junto a la Plaza de la
catedral española o de la Victoria y donde a las cinco de la tarde
nos recogerá de nuevo.
Por una calle peatonal
llena de cafetines llegamos a la plaza de Hassam II y el Palacio
Real.
Magnífico té a 6 Dhs
en esta plaza , protegiendo , eso si, de las abejas nuestros vasos
con pequeños platillos ya que éstas nada más descubrir tan dulce
bebida no dejan de intentar de cualquier manera libar de ella.
Alcanzamos la medina y
nos introducimos por el laberinto de sus callejuelas y zoco de telas,
cacharros, carnes pescados, frutos secos, especias, etc. La cruzamos
de puerta a puerta o “Bab”, en árabe. Como siempre lo mejor es
dejarte llevar , llenarte de olores , de sonidos, de colores;
deambular simplemente, mirar.
Algunas compras y es la hora para buscar donde almorzar : encontramos por casualidad un Riad-restaurante “El Reducto”, en la rue Essaid Zangat Zawya Kadiriya, 38 (+212539968120), mucho más estrecha que su nombre. Excelente decoración, tranquilidad y riquísimos platos genuinamente marroquíes a buen precio: harira y el mejor cuscú que he probado aquí, además de tallines de gambas o de kefta.
Algunas compras y es la hora para buscar donde almorzar : encontramos por casualidad un Riad-restaurante “El Reducto”, en la rue Essaid Zangat Zawya Kadiriya, 38 (+212539968120), mucho más estrecha que su nombre. Excelente decoración, tranquilidad y riquísimos platos genuinamente marroquíes a buen precio: harira y el mejor cuscú que he probado aquí, además de tallines de gambas o de kefta.
Reposados y satisfechos
regresamos en nuestro taxi a Tánger, después de haber podido
comprobar lo que siempre nos sorprende de Marruecos: la muchedumbre
que sale a sus calles, a comprar o a simplemente pasear. La plaza del
Palacio Real, o el mismo zoco están a rebosar.
Dejamos los vestigios de
la antigua ocupación española: Cine español, iglesias, cuarteles,
etc.
Ya en Tánger, salimos a
cenar por la ciudad nueva, de diseño francés y por zonas con mucha
influencia española: instituto Cervantes , catedral, colegio
hospital español, etc.
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